Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.
Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente. (Mateo 9:16–17)
Cuando uno instala una nueva versión de un software y aparece una ventana que te pregunta “La nueva instalación borrará la anterior, ¿está usted seguro que desea sobre escribir el nuevo programa sobre la anterior versión?
Damos OK y seguramente después de eso deberemos reiniciar la máquina como para arrancar de cero.
Si bien el nuevo software tiene algunas funciones similares a la versión anterior, de todas maneras, debe reinstalarse totalmente, no se puede actualizar solo alguna sección, es un paquete completo, no es un parche, funciona como un todo, el todo es radicalmente diferente al anterior aunque no lo parezca. No se puede mezclar una parte del viejo con una parte del nuevo, son incompatibles, aunque sean de la misma empresa. No es una actualización que trae algunas cosas nuevas y puede sostenerse con la estructura anterior. No. Es algo totalmente nuevo. Es un nuevo software.
Cuando uno instala alguna versión de un sistema operativo como Windows XP por ej. vienen actualizaciones que mejoran su rendimiento, esas actualizaciones solucionan algunos problemas que son detectados posteriormente al lanzamiento del sistema. Son útiles, pero no cambian radicalmente el uso y las funciones. Ahora, las versiones mejoradas son otra cosa. Algo muy diferente es cambiar de Windows XP a Windows 7, 8, o al 10 y muy diferente es cambiar directamente a Macintosh. Cambiar de sistema operativo no es una simple actualización es cambiar de mundo, de sistema, de soporte, de interfaz.
Señoras y señores no se pueden mezclar dos sistemas diferentes, no se pueden mezclar dos software, uno viejo y otro nuevo.
El uno reemplaza al otro, el nuevo, reemplaza al viejo. No hay otra forma.
Las opciones son:
•Instalas el nuevo, te manejas con sus parámetros y aprendes un nuevo camino.
•Optas por el viejo, te manejas con sus parámetros y seguís el camino aprendido.
Pero mezclarlos es imposible. Incompatible. Destructivo para ambos. Inútil para todos,
Mezclarlos NO ERA UNA OPCION. Y tampoco lo es hoy.
Traducción
¿Cuáles son los nombres de los sistemas operativos?
El viejo: La ley.
El nuevo: La gracia.
O uno o el otro, pero los dos juntos imposible.
Lamentablemente la iglesia todavía no se ha animado a vivir enteramente bajo la gracia y ha hecho un remiendo tras otro sobre el vestido de la ley. Este sistema todo parchado no da para más. Y estamos pagando las consecuencias.
Jesús fue claro, hay que vestirse de un nuevo software.
Hay que construir odres nuevos para el vino nuevo.
En el texto de Romanos 3.23 al 28, Pablo explica la incompatibilidad de los sistemas y aclara con nombres cuál es cuál, y porqué el viejo no sirve y el nuevo da vida.
Lo viejo
“Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado… porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (v. 20) , “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”(v. 23)
Sencillo, corto y contundente. Bajo la ley el hombre no se puede salvar, por las obras de la ley no puede ser justificado y como todos son pecadores, todos están fuera. No insistan más con el vestido viejo. No más, con odres y vino viejo.
Lo nuevo
“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios… por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él” (v.21 y 22), “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (v. 24)
Ahora aparte de la ley, y ese “a parte”, es fundamental, es aparte, es a partir de…, pero es diferente, es desde allí, pero de una manera revolucionaria y novedosa. Además de lo que conocen… Se ha manifestado algo nuevo, poderoso e increíble. Es la justicia de Dios que hace que todos los hombres sean justificados gratuitamente mediante Jesús. Hay una nueva ley: “la ley de la fe” (v. 27)
Eso es nuevo, eso es revolucionario. Eso es incompatible con lo anterior.
Hasta aquí probablemente ustedes me digan: Martín no hay nada nuevo en esto. Es lo que siempre nos predican, es lo que todos ya sabemos.
Vamos más allá. Vamos a lo que Jesús pensaba cuando hablaba de viejo y nuevo.
En general nosotros pensamos que una persona no es justificada hasta que acepta a Jesús como su señor y salvador y que cuando confiesa con su boca y cree en su corazón, que Jesús es el Señor como dice Romanos 10: 9, allí pasa a vivir en el nuevo sistema, pasa a estar bajo la gracia.
El capítulo 5 de Romanos es increíble, desde el vs. 1 al 11, el apóstol habla de los enormes beneficios que tenemos los que estamos justificados. Tenemos paz para con Dios, entrada al sistema de la gracia, nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios, pero también en las tribulaciones que en conclusión, nos producen esperanza. Nos hace imaginar que si siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros, cuanto más nos dará, ahora que somos hijos.
Pero desde el vs.12 en adelante introduce un concepto revelador: el del pecado original. El pecado de Adán, que generó que la muerte pase a todos los hombres. Está más que claro en el pasaje. Desde Adán, y por su culpa, toda la humanidad carga con la condición de ser pecadora. El hombre puede creer o no en Adán y en su pecado original, pero eso no lo absuelve de ser heredero de la muerte introducida por el primer pecador. Después de Adán, se crea o no en él, se es pecador y se es heredero de la muerte.
Hasta aquí no hay problema.
El nuevo y revolucionario sistema se manifiesta en que Pablo compara a Jesús con Adán. Eso me llama la atención. Adán es figura de Jesús según el v.14. No sé a ustedes pero a mí me pone incomoda la comparación, casi me parece comparar a Judas con Jesús. Pero Pablo se dirige hacia otro sitio.
Jesús es como Adán, pero al revés. Es el postrer Adán (1 Cor 15.45)
¿Qué significa?
Que sin que haga falta que nadie haga nada, ni siquiera creer, Cristo introduce la vida y la justificación a toda la raza humana. ¡Eso sí es revolucionario!
Jesús deja una herencia de vida y justifica a toda la humanidad de un solo golpe sin preguntarle nada a nadie.
Allí todos paramos y decimos -pero cómo: ¿no hace falta creer para ser justificado? –
¡No!
Eso es revolucionario.
Es el nuevo software, el nuevo sistema, el nuevo pacto en su sangre.
Él pone todo.
Y su sangre nos justifica.
Cuando el derramó su sangre justificó a todos, no solo a los que creen. Todos es todos.
No me creen…
“Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida”. (Romanos 5:18)
Cuando dice todos, son todos.
Así como no importa que creas o no en Adán para ser heredero y portador del pecado, tampoco importa que creas en Jesús para ser heredero y portador de la justificación de vida en Cristo.
Esto es verdaderamente por la obra de Cristo.
Esto hecha por tierra completamente lo que algunos piensan sobre que creer es una obra humana necesaria para ser justificado. No hace falta creer para estar justificado.
Antes de que creyeras ya estabas justificado.
Lo único que uno hace simplemente es aceptar el regalo entregado, la obra consumada, la herencia heredada.
Es como cuando un hijo ha sido abandonado y por años vive en la miseria, hasta que descubre su identidad y allí va a retirar su DNI y reclama su herencia. Siempre fue hijo. No es que antes no era y ahora sí es. SIEMPRE LO FUE. SOLO QUE NO LO SABIA.
Creer simplemente es ir a buscar el DNI, es el primer paso para comenzar a vivir la vida que hemos heredado. Es iniciar el camino al descubrimiento total de nuestra identidad.
Si hasta aquí nada te parece revolucionario entonces ¿por qué se mira a los pecadores como mundanos perdidos? ¿Por qué se los llama mundanos? ¿Por qué usamos un lenguaje discriminador? ¿Por qué se piensa que los que no vienen a la iglesia no son hijos de Dios? ¿por qué se cree que los que asisten a la iglesia son mejores que los que no practican nuestra fe?
¿Quiénes son los sanos? ¿Quiénes los enfermos? (Mat 9.12)
La condición de justificados no tiene nada que ver con la vida que las personas viven, no importa si es buena o mala, no tiene que ver con las obras, ni con la moral o la conducta, tiene que ver con la perfecta obra redentora de Cristo. Tiene que ver con el pasado y con el futuro, nunca con el presente.
¿Cómo es eso?
Tiene que ver con el pasado, porque Cristo justificó a todas las personas en la cruz del calvario, por gracia, gratuitamente. No hablamos del pasado de la persona, hablamos del pasado de Cristo. El pasado de Cristo, ha hecho a esa persona heredera del reino de Dios y parte de la familia de Dios.
Tiene que ver con el futuro porque esa persona en cualquier momento puede reclamar su herencia y pasar a ser la luz más brillante del mundo, la sal más salada del mundo, el cristiano más santo del mundo. Incluso puede ser mucho mejor que yo que escribo este libro y que vos que hace años que estás en la iglesia y todavía no hemos logrado superar nuestras barreras y limitaciones carnales.
Esa mirada es revolucionaria. Es mirar al otro desde el pasado de Cristo y desde el futuro de sus propias posibilidades de reinado, desde la proyección de su vida anclada en la cruz de Cristo.
¿Por qué no hemos de mirar así a todas las personas? ¿Por qué no hemos de reconocer esta obra consumada por Cristo en todas las personas? ¿Por qué queremos verlas buenas y santas para reconocerlas?
Hace unos meses estaba mirando una entrevista que el periodista Beto Casella le hacía a Facundo Cabral. La misma me conmovió y me dejó pensando.
La vida de Facundo Cabral es increíble, nació autista, su primera palabra la dijo a los 6 años, su segunda a los 9, se crío en la miseria, fue alcohólico precoz, estuvo preso desde muy pequeño a causa de su agresividad. Al salir de prisión después de tener apenas 14 años de edad vivió como vagabundo en la calle. Cuando su carrera artística aflora como cantautor y trovador de protesta, y aparentemente la vida le sonreía, debe exiliarse de la Argentina de los años 70 perseguido por la Triple “A” y el terrorismo de estado. Debió luchar contra el cáncer, lucha que peleó y ganó. Pero lo que más me conmovió y quizás lo más trágico que le sucedió fue a los 40 años. Su esposa y su hija de tan solo tres meses debían abordar un vuelo en el que viajaría toda la familia, por esas cosas de la vida él no llegó y solo abordaron aquel vuelo sus dos mujeres más queridas. El avión sufrió un accidente y ambas murieron. Solo basta imaginarse. Posiblemente no podamos hacerlo, porque es demasiado duro. Al siguiente día del accidente, cuenta Facundo en la entrevista, recibe un llamado telefónico que los sorprende. Primero por quien era y luego por el mensaje. Lo llamó la madre Teresa de Calcuta que le dijo: — Ahora sí que estás en un gran problema-, ¿Dónde vas a poner todo el amor que te va a sobrar? –
-El amor no se va Beto! Le dice Facundo al periodista.
-El problema es no tener donde poner el amor que a uno le va a sobrar. Al otro día la madre Teresa me llamó y me dijo: venite para Calculta.
-Me fui para Calcula, me puso a bañar leprosos y me salvó. Fui útil. Puse mi amor allí.
Facundo Cabral es uno de los cantautores que más ha hablado de Dios y que más ha predicado de su existencia con sus letras, su vida ha sido un aprendizaje constante de cómo ser mejor “ser humano”.
¿Porque les cuento esto, e incluyo su historia?
Porque el descubrimiento de su identidad de hijo de Dios es sencillamente espectacular.
Les transcribo algunas frases en primera persona de su relato en la nota.
El 24 de febrero de 1954, yo nací- Cuenta Cabral-
Si bien su nacimiento biológico fue en 1937, a esa altura con 17 años estaba prófugo y era vagabundo.
Yo andaba de noche y me encuentro con un vagabundo, me acerco a saludarlo pensando -por fin un colega, un vagabundo-, y le digo
-Hola-
y el me responde -Hola príncipe- Con una seguridad, que no sonaba a lisonja.
-¿yo príncipe?
. Sí, ¿cómo se le llama al hijo del rey? Príncipe ¿y a la hija del rey? Princesa. Lo que pasa es que ésta gente, está distraída en cosas menores y nunca se enteraron, hasta creen que son pobres.
– Yo emocionado y asustado, porque, ¡Caramba! de pronto yo hijo de Dios. Pensé, soy de la familia de Isaías, de Jesús, para para, esto era muy grueso. ¡Yo soy pariente de ésta gente!
Y le digo- debe haber un error, porque mi padre es Cabral.
-No no, ese debe ser el esposo de tu madre. Tu padre es Dios. El rey.
Me da la mano y mientras la extiende me dice -Príncipe-.
-¿Cómo sabe usted esto?
-Hace unos años paso por acá el hermano mayor. Jesús trajo la noticia: Uno solo es el padre, y si uno solo es el padre, la humanidad es una sola familia, y si la humanidad es una sola familia habitamos un solo país llamado “Tierra”…
– Chau… Nací de nuevo. Yo con la guitarra que tenía escribí mi canción de cuna, sin pensar que iba a ser artista, yo sentí que estaba naciendo y escribí mi canción de cuna que hoy está en todo el planeta y se canta en muchos idiomas.
La canción es “No soy de aquí ni soy de allá” uno de los himnos del poeta.
La moraleja, en realidad no lo tiene como protagonista a Facundo, porque el héroe aquí es el vagabundo. Él lo convenció de quién era. Lo miró y lo RECONOCIO COMO PRINCIPE. A partir de ese momento Cabral asumió si identidad. Le cambio la vida. En sus palabras: nació de nuevo.
¿Les suena? ¡Un nuevo nacimiento… nacer de nuevo!(Juan 3)
En ese momento Cabral era ladrón, alcohólico, prófugo, violento, vagabundo, etc. Pero ésta persona enviada, lo reconoció al instante…En realidad, reconoció la obra de Jesús en él y se la comunicó, le comunicó su identidad. Lo empoderó.
(No creo poder haber podido transmitir esta historia con la emoción que a mí me generó y que genera, por eso les pido que #pasenYvean, está dividida en 3 partes. La que relate está en la 2)
C5N: MUNDO CASELLA — FACUNDO CABRAL
Parte 1
https://www.youtube.com/watch?v=kSZW4W7mQPc
Parte 2
https://www.youtube.com/watch?v=e4KJXmNzyDM
Parte 3
https://www.youtube.com/watch?v=BnnSJRPX82g&t=52s
Fuente internet (Último acceso 01/4/18)
Si el inicio de nuestra vida abundante en Cristo, solo ha sido posible por la justificación, la cual todos hemos recibido gratuitamente por gracia y misericordia de la misma manera. ¿En qué somos mejores que otros? Si de todas maneras nada de lo que hayamos podido hacer nos hubiera hecho dignos de su gracia, ¿de qué nos jactamos?
Y si estás sano… ¿Acaso Jesús no dijo que solo necesita misericordia de nosotros?
¿Acaso no seguimos mezclando los sistemas y queremos ver las obras? ¿Queremos ver cambios, queremos ver vidas “buenas”? ¿Acaso los que tienen dinero y usan traje y corbata no nos parecen menos pecadores que los pobres?
El nuevo sistema va tan en contra de las apariencias que, aunque una persona lo que menos parezca es hijo de Dios, justamente esa condición la hace acreedora de la justificación. Recuerden que Jesús vino a decirle a los publicanos y pecadores que ellos eran la sal y la luz.
¿Pero cómo? ¿los “nosotros” ahora somos los “ellos”? ¿Qué nos pasó?
¿Después de ser salvos nos cambiamos de bando?
¿Se puede cambiar de bando?
¿Antes éramos malos y ahora somos buenos?
¿O sólo seguimos siendo como éramos, solo que Jesús nos ha hecho injustamente justos?
¿Acaso no estamos mezclando sistemas?
Por favor volvamos al sermón del monte, volvamos a recordar a Jesús con los publicanos y los pecadores, volvamos al centurión.
No hace falta tener frutos para ser justificado. No hay que hacer nada. No hay que creer. No hay que cambiar.
Después vemos qué hacemos con el descubrimiento de nuestra identidad. Después veremos cómo se vive una vida abundante. Después vemos como se accede al cumplimiento de las promesas de Jesús, como se llega a ser perfectos, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13), eso es otro cantar. Eso es discipulado.
Ahora estamos hablando de evangelismo y del nuevo sistema. Estamos hablando de revolución.
Si yo te dijera que el hijo de un vecino que vive en la miseria es hijo del presidente o de Messi… ¿no estarías en la obligación moral por lo menos de tratarlo bien, con amor y de contarle su verdadera identidad? ¿No te cambiaría la mirada hacia él conocer su paternidad?
Si un mendigo todo sucio y oloroso te golpea la puerta para pedirte comida; una cosa es darle un pedazo de pan mientras se lo mira con cierta lejanía y desconfianza, y otra es mirarlo con los ojos con los que se mira a una madre, a un padre o a un hermano, y mientras le das el pan, le decís HOLA PRINCIPE.
Eso es revolucionario.
Jesús hizo a los pecadores sujetos de derecho de salvación. Los empoderó con la justificación. No reconocerles ese derecho es una violación a los derechos humanos espirituales. Y hacer eso sistemáticamente como a veces sucede en las iglesias es un delito de lesa humanidad espiritual.
¡Qué fuerte el párrafo anterior!
No mirar como miraba el vagabundo de la historia de Facundo Cabral es no mirar como miraba Cristo.
Dicho de otra manera, no reconocer en todas las personas la herencia divina y la justificación es la conducta más anticristiana que se pueda tener.
Cuando eso proviene de un pastor, iglesia o comunidad llamada cristiana, directamente es un delito espiritual.
Silencio.